domingo, enero 01, 2006
El rey de los pleitos
Parece que en EEUU los autores se especializan en un tema y van a muerte con él. Al menos ésa es mi experiencia tras leer libros de Dan Brown (ciencia/matemática/lógica/arte), Tom Clancy (ejército) y John Grisham (abogados). Además el próximo que voy a leer es "Prey" de Michael Crichton, archiconocido por “Jurassic Park” y la serie "Urgencias" y al que por tanto parece que le va la biología/medicina.
Centrándonos en este libro (El rey de los pleitos de John Grisham), el protagonista es Clay Carter, un abogado don nadie de 30 años que de la noche a la mañana se encuentra representando a miles de personas en demandas colectivas contra toda gran compañía que se mueva. Consigue unos acuerdos multimillonarios para él y decepcionantes para sus representados. Empieza así un viaje de ida y vuelta en el que él se va convirtiendo en todo aquello que desprecia del resto de abogados que se dedican a las demandas colectivas.
Aunque uno tiende a identificarse con el protagonista y por tanto a ser indulgente con él, uno se va volviendo incómodo con esta afección que en un primer momento se le coge al señor Carter. Yo personalmente iba diciendo: “sí, yo actuaría así” “no sé si yo actuaría así”, “no, yo definitivamente no actuaría así”.
Por otro lado, lo realmente interesante de la obra es cómo te va desvelando los entresijos de las demandas colectivas, los anhelos y los miedos de demandantes, abogados y demandados. El más vale pájaro en mano que ciento volando, el cómo se desprecia un acuerdo favorable al cliente con tal de mantener el beneficio del abogado, las leyes de bancarrota y sobre todo, el “canibalismo” de los abogados buenos que se dedican a demandar a los abogados malos :-D.
De vez en cuando llegan a nuestros oídos ecos de alguna macro demanda, como aquélla contra las empresas productoras de tabaco. Y siempre, como coletilla suele ir que las empresas intentan por todos los medios que no prosperen las querellas colectivas porque ir caso a caso es para ellos mucho mejor ya que no tienen que soltar todo el dinero de golpe, y sobre todo porque 10.000 juicios uno tras uno requerirían decenas de años así que ellos cuentan con que el implacable aliado llamado tiempo les facilite la labor. Algo parecido pasaba también con los bancos suizos y los judíos expropiados que justificaban que los nazis les habían quitado tal o cual valiosa posesión y requerían al banco que la sacara de sus cajas fuertes y las devolviesen.
En resumen, un título interesante si, como a mí, te gusta el derecho.
Un saludo, Domingo.
Centrándonos en este libro (El rey de los pleitos de John Grisham), el protagonista es Clay Carter, un abogado don nadie de 30 años que de la noche a la mañana se encuentra representando a miles de personas en demandas colectivas contra toda gran compañía que se mueva. Consigue unos acuerdos multimillonarios para él y decepcionantes para sus representados. Empieza así un viaje de ida y vuelta en el que él se va convirtiendo en todo aquello que desprecia del resto de abogados que se dedican a las demandas colectivas.
Aunque uno tiende a identificarse con el protagonista y por tanto a ser indulgente con él, uno se va volviendo incómodo con esta afección que en un primer momento se le coge al señor Carter. Yo personalmente iba diciendo: “sí, yo actuaría así” “no sé si yo actuaría así”, “no, yo definitivamente no actuaría así”.
Por otro lado, lo realmente interesante de la obra es cómo te va desvelando los entresijos de las demandas colectivas, los anhelos y los miedos de demandantes, abogados y demandados. El más vale pájaro en mano que ciento volando, el cómo se desprecia un acuerdo favorable al cliente con tal de mantener el beneficio del abogado, las leyes de bancarrota y sobre todo, el “canibalismo” de los abogados buenos que se dedican a demandar a los abogados malos :-D.
De vez en cuando llegan a nuestros oídos ecos de alguna macro demanda, como aquélla contra las empresas productoras de tabaco. Y siempre, como coletilla suele ir que las empresas intentan por todos los medios que no prosperen las querellas colectivas porque ir caso a caso es para ellos mucho mejor ya que no tienen que soltar todo el dinero de golpe, y sobre todo porque 10.000 juicios uno tras uno requerirían decenas de años así que ellos cuentan con que el implacable aliado llamado tiempo les facilite la labor. Algo parecido pasaba también con los bancos suizos y los judíos expropiados que justificaban que los nazis les habían quitado tal o cual valiosa posesión y requerían al banco que la sacara de sus cajas fuertes y las devolviesen.
En resumen, un título interesante si, como a mí, te gusta el derecho.
Un saludo, Domingo.